Valpo

La casualidad nos ha brindado la oportunidad de vivir uno de los terremotos más fuertes de la historia. Creednos si decimos, que hubieramos declinado amablemente de haberlo sabido, pero ante estas cosas, uno no tiene la posibilidad de elegir.

Nosotros, humildes profanos en el ámbito de los movimientos de la Pachamama (como dicen por acá), no creemos poder describir lo que se siente, cuando te despiertas repentinamente en mitad de la noche, con todad la casa agitándose violentamente (trozos de pared y techo cayendote encima), y sin estar muy convencido de si aguantará el embate, o por el contrario, se desplomará pesadamente, y hasta otra.

Por fortuna, aguantó mejor de lo que creíamos. Tras dar gracias por estar bien, y comentar la jugada con tus vecinos, haciendo las típicas bromas para relajar tensión, viene el desconcierto y el "¿ahora qué?". Sin electricidad (lo que supone recortar bastante la mayoria de las necesidades que damos por supuesto en una sociedad como la nuestra, y más a las 3:34 am), con las comunicaciones caidas, sin un lugar donde relajarte, y lo peor, sin saber cuando podrás salir de la zona, sintiendo réplica tras réplica, lo que impide relajarte un solo instante.

Por suerte, ya pasó, y después de dos dias casi sin comer ni dormir, conseguimos alejarnos de la ciudad que probablemente nunca conozcamos, deseando que los que quedaron estén bien y logren reponerse del desastre lo antes posible, especialmente todos los chilenos y españoles afincados en Chile que hemos ido conociendo en el viaje (Sara y su familia, Nico, Alan, Magali, Patricio, Nel y la gente del bar Fuente Holandesa...) y que tan bien nos trataron. Desde el norte del país, les deseamos suerte y todo lo mejor.

En fin, aunque solo escribir estas lineas todavía nos altera el ánimo, después de mucho pensar que hacer con el viaje, continuar, dejarlo o cambiar de zona, hemos decidido seguir desgastando suela por tierras andinas...

...ya que si ahora marchamos, probablemente, no volveriamos jamas, txau.