sábado, 12 de junio de 2010

Cartagena

Llegamos a nuestra última parada del continente sudamericano en este viaje, Cartagena (de indias, no la que está en Murcia). Quizá la ciudad más impactante desde que comenzamos, y mira que hemos visto. Grandes plazas…


…infinitos soportales…



...coloridas calles…



…con su torre del reloj y todo…



…lo único que le falta es una buena mesa donde colocar los fruteros, para no verse obligados a llevarlos todo el día encima de la cabeza.



Además pudimos disfrutar de infinidad de museos como el...



…donde aprendimos el util arte de cómo detectar a maléficos y peligrosos seres (para mas información, los interesados pueden requerirla gratuitamente en destapandobrujas@stainquisicion.vat, no vaya a ser que tengáis alguna vecina o vecino sospechoso, y os deis cuenta demasiado tarde), y lo que más nos gustó, los elementos de tortura a utilizar, posteriormente, en tales casos. Las clásicas horca…



…y guillotina…



…y los menos conocidos, pero más interesantes métodos, el gran aplastapulgares…



…el magnífico aplastacabezas…



…el temido collar de púas…



…la sutil horquilla del hereje…



...y el preferido de las damas, el elegante y eficaz desgarrasenos…



…todos ellos increíbles y maravillosos productos del incomparable ingenio humano, superior a cualquier especie en hacer sufrir al prójimo, el de la célebre frase de “no hagas al prójimo, o prójima, lo que no te gustaría que te hicieran a ti” (o algo así), bobadas!!! Aunque nosotros hemos de decir, que al igual que Krahe, sentimos cierta debilidad por el más sublime de todos ellos, la hoguera, que creemos aquí no mostraban, por ser costoso de alimentar en estos tiempos de crisis, o porque ya esta bien de sobreexplotar la naturaleza, dejemos de talar indiscriminadamente (un poquito de "grinpis" nunca está de más). Después de salir extasiados por semejante espectáculo, decidimos ir a ver el orgullo de la ciudad, el imponente castillo y las loadas murallas que acogen a la ciudad en su interior, que tantos asedios piratas resistieron…



…con su hormiguero de laberínticos pasadizos subterráneos.



La verdad es que las imaginábamos más altas…



…y algo diferentes, sin tanto guiri…



…y por supuesto sin bares (así es difícil ambientarse)…



…teniendo en cuenta que aún hay peligro, algún pirata del caribe sigue suelto por ahí…


…pero en fin, es lo que hay. Así que nos dedicamos a turistear…



…y a ver el atardecer, que es lo nuestro.



Y como en todos los lugares por los que pasamos hay que ver todo, y todo no podía ser tan bonito, os mostramos dos lugares menos amables que el famoso centro histórico de esta ciudad. La omnipresente zona menos favorecida, o porque no decirlo, pobre (que siempre es la más extensa, y curiosamente, la que nunca se ve)…



…donde la mayoría de personas lo único que se pueden comer ya son las letras (por una vez no estamos de broma)…



…y la espeluznante imagen del más temido de los enemigos del viajero, el resort, ahhhhhhhh!!!!!...



…donde llevan al turismo de los EEUU, y los controlan como ovejas con su propia medicina, el miedo, acotados en la “zona cara” bajo advertencias de “no salgáis de aquí u os dejarán en pelotas (a ellos el dicen “in balls” para que entiendan)”, y así les sangran algo de la riqueza que sus empresas están sacando, a precio de saldo, de este continente, para mantener el gran nivel de vida del que gozan en su país, y del que tanto se enorgullecen. Donde las dan las toman, aunque en menor medida, pero no nos pongamos bravos, que también nosotros tenemos mucho por lo que callar. Y ya veis, poco mas que contar, gente que no sabe salir de casa con lo justo y necesario…




…y nos vamos zumbando a casita para hacer vacaciones de nuestras vacaciones, y reponer fuerzas, que ya nos han puesto los dientes largos…


…txau

Cabo de la Vela

Por un lado nos dijeron que eran las playas más hermosas de Colombia, aunque ninguno había estado (que si me lo contó “nosequien”, que si vi una foto), y por otro, nos aconsejaron no ir, dado su difícil acceso, a menos que desembolses una millonada para acceder por mar. Y dado que no teníamos tanto dinero, y que solo hay que decir que no hagamos algo para que nos encaminemos sin pensarlo dos veces, allá que fuimos por tierra. Del viaje solo decir, que no las teníamos todas con nosotros de que íbamos a llegar. Regateamos duro (varias veces, nos enteramos posteriormente, nos dejaron mejores precios que a los lugareños, y otras nos mandaron a… otro sitio). Al final lo conseguimos, llegamos atravesando el desierto en una camioneta que se caía a cachos (literal, un cacho de la reja de la parte trasera donde íbamos, el banco de enfrente, etc.), con los ojos cerrados gran parte del viaje, arena hasta en la entrepierna (es lo que tiene las tormentas de arena) y el trasero reventado gracias al tablón que teníamos por asiento (por lo menos, no fue el nuestro el que se partió). ¿Mereció la pena? Comprobad vosotros mismos. Playas vírgenes…


…evocadores paisajes (no sabemos que evocan, pero queda bien)…


…más espectaculares paisajes (sabemos que es el mismo sitio pero mirando hacia el otro lado, pero tenemos que sacar partido a la única caminata que nos atrevimos a hacer después que nos picara el bicho del caribe)…


…cabañita a pie de playa (es un perro, no la alfombra)…


...que decir de los baños al atardecer en la misma puerta…



…y todo esto, rodeados de un ambiente, donde la mano del turismo de masas aún no ha hecho mella…



…lo que permite, al no estar maleada la población indígena (los Wayuu), interactuar con ellos de una forma mucho mas natural, partidito de fútbol (cuando viajas es más útil saber de fútbol que idiomas)…



…fotos a petición de las propias personas (les encanta verse después en la cámara)...



…o de sus familias…



...y descubrir nuevas tecnologías en el campo del secado de ropa, rústico, pero no por ello menos ingenioso, el revolucionario tendedero arbusto.

Tuvimos el honor de asistir al nacimiento de Andreita…


…no es que la madre se parezca a quien ya sabéis (aunque con unas operaciones)...



…simplemente la llamaron así. Aunque no lo creáis algunos, aquí la gente no conoce a tan ilustre personaje, y aun así viven, es más, incluso felices, es como para planteárselo. También disfrutamos de una partida de dominó local…



…a juzgar por el desorden de fichas y el agujero de la mesa, suponemos, que no se trata de hacer casar tus piezas, como en la versión más popular del juego, sino en golpear la mesa más fuerte que tus oponentes al depositarlas. Cambiando de tema, en uno de nuestros escasos paseos, descubrimos esta curiosa tienda…



…y viendo que tampoco en tan bucólico lugar, nos libramos de la sombra del omnipresente tiburón, tan temido por nuestra especie…



…nos encaminamos a nuestro siguiente destino, no sin antes enseñaros la ingeniosa, y a la vez ordinaria, lista de precios del baño de la estación de autobuses de Río Hacha…



…y de ofreceros una nueva entrega de nuestro mas laureado estudio de observación…


Dudas Razonables (VII): No vamos a desarrollar demasiado el tema, pero fijaros en esta señal de tráfico…



…creemos, sobra decir, que no es aconsejable adormilarse cuando se va al volante, ya que puede acarrear graves problemas para ti, y para los que están a tu alrededor. En otro país, quizá sobrara tan absurda prohibición, pero teniendo en cuenta el carácter caribeño, y viendo el ritmo de vida tan perezoso al cual induce, puede que no este de más advertirlo cada ciertos kilómetro. Y como nos hemos quedado mentalmente un poco congestionados después de tan trabajada disertación, nos vamos con una imagen bucólica y relajante...



...txau.

Parque Natural Tayrona

Nuevamente nos enfrentamos a los retos que nos propone la vida salvaje, en este caso, con el objetivo de alcanzar las mejores playas caribeñas del país cafetero. Tuvimos que sortear infinidad de enormes cangrejos asesinos de color azul muerte, que acechaban en los márgenes de la tortuosa senda que nos conduciría a este vergel…


…sin perder ojo a las gigantescas rocas de aspecto inocente…



…pero que nos hubieran aplastado a la menor oportunidad sin ningún tipo de remordimiento, si no llega a ser por este básico, y a la vez ingenioso truco de supervivencia extrema (gracias Bear Grylls por tus inestimables consejos televisivos)…


…y por fin llegamos, exhaustos, a la primera playa…



…donde tuvimos que reprimir el ansia de tocar agua, debido a las fuertes corrientes, una nueva prueba que debimos superar. Así pues, con el ánimo un poco tocado, debimos seguir camino para llegar a nuestro ansiado edén…



...Asentamos campamento en la cabaña en lo alto de la roca, donde disfrutamos de excelentes vistas del entorno…



…y alguna que otra fría e incómoda noche en hamaca…



...solo reconfortada, por impresionantes amaneceres (como no había quien durmiera allí, no te perdías ninguno).



Todo increíble, si no llega a ser por que nos tuvimos que marchar con los bolsillos sangrando, y una gran pena por dejar estas playas hasta donde aún, no ha llegado la censura…



…txau.