jueves, 8 de abril de 2010

Puno (Perú)

Bienvenidos al Perú, la tierra de los Incas y el quechua (no confundir con lo que se echa a las hamburguesas). La ciudad no es para tirar cohetes, por no decir que poco o nada tiene que ver, pero es un buen lugar para adentrarse en la parte peruana del ya mencionado anteriormente, Lago Titicaca, y visitar sus expectaculares islas.

Tilcara: Despues de varias horas de relajante paseo lacustre...

...por uno de los lagos más peligrosos del mundo o eso dicen (una vez en el barco ya no quedaba otra), llegamos a esta isla anclada en el tiempo. Aqui pudimos comprobar como el pueblo Aimara continua viviendo en base a sus costumbres ancestrales...


...aunque nos confesaron que musicalmente prefieren el tecno al folklore, pero hicimos como que no nos enteramos para no romper el encanto del momento. Después de una asfixiante caminata a través de la isla, cuesta "parriba", cuesta "pabajo", y una frugal comida, pero con vistas expectaculares...


...agarramos el barco y nos encaminamos a la joya peruana del Titicaca.

Los Uros: Las Islas Flotantes (nada que ver con las de Bolivia), donde nos explicaron como las construyen con una simpatica maqueta...


...aunque lo realmente interesante, fue experimentar la sensación de estar caminando sobre una simple alfombra de paja sobre el lago. Nos sorprendió, que no hubiera un cartel de "prohibido fumar" con tanta cosa y casa, hecha de tan inflamable material. Y como hay que tener mucho cuidado al cocinar con estas cocinas o se quema el chiringuito en cero coma...


...mandaron a Vero al puesto de vigilancia por si veia el más minimo destello entre la paja.


También tenian su granja de cuys, encerrados en una islita dentro de la isla para que no se escapen...


...que son el único alimento a parte de chupar juncos (menos mal que almorzamos en la otra isla).

Al final cuando partiamos, en un barco de junco para no variar (teniamos que hacer la turistada), nos despidieron con cánticos...


...nos sabemos si porque se alegraban demasiado de nuestra marcha (lo más probable), o simplemete, por amenizarnos el más que previsible naufragio en tan fragil embarcación.


El caso es que llegamos, no nos pregunteis como, secos a Puno, y cuando nos creiamos a salvo y listos para descansar de tan fatigoso dia, nos enteramos con desagrado que el precio del hotel en el cual nos alojabamos, no eran 30 soles como creíamos haber regateado (ya decíamos que para una habitación con baño privado con bañera, tv por cable, desayuno e internet en un hotel de lo mas pintón era demasiado barato), sino 30 hermosos dolares por noche (y nosotros que nos creíamos expertos regateadores). Tras varias horas de "no te vamos a pagar en una moneda que no es la tuya ni la mia", parece que les entró definitivamente en la cabeza y cedieron (no les quedó otra). Aunque intentaron minimizar los gastos, apagándonos el ascensor para que tuvieramos que subir a pata, y nos quitaron el desayuno, pura pataleta de niño pequeño.

Así pues, al final nos fuimos de rositas, y por suerte, el despertador funcionó perfectamente la siguiente mañana, ya que no podiamos contar con la improbable colaboracion del más que cabreado recepcionista, y pudimos agarrar el bus rumbo a Arequipa, txau.

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