sábado, 19 de diciembre de 2009

Por fin en Me Rio de Janeiro (Brasil)


No es que el viaje en barco se haya hecho largo ni aburrido, pero ya teniamos ganas de pisar tierra y empezar a viajar con la mochila a cuestas. El viaje en barco se puede resumir en:


Lo Mejor:


- Ha flotado todo el viaje (de suma importancia, pero tambien de agradecer)


- Los güiris aprendiendo danza del vientre (70 palos y cadera medio desencajada...

espectacular)


- Té a la menta en Marruecos y vino de a 50 cm tipico de Madeira


Lo peor:


- Nos hemos acostumbrado a no hacer ni el güevo y ahora hay que patear

(nos salido un apéndice abdominal muy serio y venia con `carapan´ de regalo)


- Bebidas no incluidas


El Spa y los banhos nocturnos en la piscina no los consideramos ni buenos ni malos, sino necesarios para quitarnos el stress de un dia entero sin hacer otra cosa que comer y dormir.

Este ha sido el recorrido que ha seguido el barco:






Hemos intentado sacar lo mejor de cada sitio, pero destacamos dos lugares:






- Olinda: Es una ciudad cerca de Recife, Patrimonio de la Humanidad, de arquitectura portuguesa pero con calles mucho más coloridas, merece la pena darse una vuelta por allí, lo chungo fue que para ir pillamos un taxi con más gente y no teníamos reales, pagaron ellos y nosotros pensábamos cambiar allí, pero para nuestra sorpresa no había ningún lugar y tuvimos que montar una buena para conseguir transporte de vuelta, al final "tudo bem" y al barco.






- Salvador de Bahía: Después de pater todo el Pelourinho (Iglesias mil, casas de colores, capoeira, música callejera y mucho artisteo en general) y de comprobar in situ que no es tan fiero el león como lo pintan, encontramos en una tabernilla cerveza barata y buena companhía, para amenizar la espera hasta la hora de zarpar. Tres horas con Paolo, socorrista de playa en el estado de Salvador y filósofo callejero en sus muchos ratos libres. Aunque absortos con la rigidez de su abdomen, lo cual mostró en varias ocasiones, no nos gustaría que nuestra frágil vida de casi ahogados dependiera de alguien que bebe cerveza como agua. Aunque igual ese es el secreto para ser socorrista: no se ahoga por no beber agua. Al final nos despedimos en el típico estado de alteración de la amistad y nos intercambiamos regalos (trozos de tela y cartón, pero lo que cuenta es el detalle), y en medio de muchas promesas y apretones de mano salimos zumbando al barco, parando antes por un restaurante de a kilo, muy típico de Brasil y bastante barato... A veces unas horas dan para mucho.







Salvador


Pero todo esto ya paso y hay que seguir viaje, por fin estamos en me Rio de Janeiro, pero eso ya es otra historia, Txau.









































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